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ATLANTA, ESTADOS UNIDOS.- El Mercedes Benz Stadium de Atlanta fue testigo de un encuentro desequilibrado en los octavos de final del Mundial de Clubes, donde el Paris Saint-Germain (PSG), actual campeón de la Champions League, no tuvo piedad con el Inter Miami de Lionel Messi. El resultado final de 4-0, con todos los goles parisinos anotados en la primera mitad, reflejó una superioridad abrumadora del equipo francés sobre la escuadra de la MLS.
Al término de la primera etapa, con un contundente 4-0 en contra, Lionel Messi se observaba resignado en la mitad de la cancha. La derrota, una de las más holgadas en su extensa carrera, parecía sentenciada. Sin embargo, en el segundo tiempo, el astro argentino, conocido por su espíritu indomable, ofreció destellos de su magia, aunque sus esfuerzos fueron insuficientes para revertir el inevitable resultado: la eliminación de su Inter Miami ante el gigante europeo.
El desafío para el equipo dirigido por Javier Mascherano era monumental. El Paris Saint-Germain de Luis Enrique exhibió un fútbol de alta intensidad, con una plantilla joven, hambrienta y tácticamente disciplinada. En el campo, los jugadores franceses funcionaron como un engranaje perfecto, liderados por el “general” Vitinha, ejecutando toques precisos y movimientos constantes que demostraron una belleza técnica envidiable.
La disparidad entre un equipo de la Major League Soccer (MLS) y el reciente campeón de Europa quedó patente desde el pitido inicial. El PSG, con una salida veloz, marcó el ritmo del partido. A los tres minutos, Oscar Ustari salvó una clara ocasión, pero a los seis, João Neves, un joven portugués de 20 años, abrió el marcador de cabeza tras un descuido en una pelota parada. Poco después, Neves aprovechó una pérdida de balón de Sergio Busquets para anotar el segundo gol.
El acorralamiento del Inter Miami se hizo evidente. El tercer gol llegó en propia puerta, por parte del argentino Tomás Avilés, quien debió ingresar de urgencia por una lesión de un compañero. El cuarto tanto fue obra de Achraf Hakimi, coronando una jugada donde el lateral marroquí demostró su velocidad y destreza. Durante el vendaval parisino, el portero Gianluigi Donnarumma apenas tuvo que intervenir, un testimonio de la dominación del PSG, cuyas estrellas como Khvicha Kvaratskhelia, Désiré Doué y Bradley Barcola deslumbraron con sus gambetas y recursos, sumándose en la segunda mitad el recuperado Ousmane Dembélé.
A pesar de la abultada derrota, los 65.574 espectadores en el Mercedes Benz Stadium, en su mayoría fervorosos seguidores de Messi, tuvieron un consuelo en el segundo tiempo. Leo se negó a entregarse y brindó algunas de sus características jugadas de fantasía, consolidándose como el gran protagonista del Mundial de Clubes. Regalo pases magistrales, como uno de volea que Luis Suárez no pudo capitalizar, y una apilada memorable que terminó entre las piernas de la defensa parisina. Su ocasión más clara fue un cabezazo que Donnarumma atajó sin contemplaciones, demostrando que el PSG jugó en serio contra su exestrella, enviando un mensaje a su afición en Francia.
A tres minutos del final, el estadio estalló en ovación cuando Messi tuvo un tiro libre desde el borde del área. Todos los celulares se alzaron, anticipando un posible gol que, en París, no siempre fue celebrado. A pesar de la derrota inminente, Leo besó la pelota y ejecutó su zurdazo, pero el balón se estrelló en la barrera.
Fue la última postal de una tarde de frustración, pero sin reproches para el Inter Miami. El equipo de la MLS realizó un esfuerzo encomiable al llegar a octavos de final. El PSG, por su parte, avanzó y espera al ganador del cruce entre Flamengo y Bayern Múnich. Para Lionel Messi, esta representa su despedida de una cita mundialista de clubes, con la esperanza de una revancha a nivel de selecciones con Argentina en el próximo año.
