Clima Rio Grande: ver extendido

Autorizaron una nueva suba de combustibles

La decisión de actualizar los impuestos a la nafta y el gasoil marca el inicio de septiembre con un nuevo golpe al bolsillo de los ciudadanos, lo que genera especial preocupación entre analistas y consumidores por sus efectos en la cadena de precios y la inflación.

BUENOS AIRES.- El mes de septiembre ha comenzado con un nuevo revés para la economía de los argentinos. Desde el primer día del mes, los surtidores de todo el país reflejan un aumento en el precio del combustible, resultado de la decisión del Gobierno de liberar el ajuste del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL). La medida, oficializada a través del decreto 617/2025, pone fin a una serie de postergaciones que buscaban evitar el traslado de estos costos a la actividad productiva y al consumo.

La justificación oficial de la medida es la necesidad de recuperar los ajustes pendientes y fortalecer las cuentas fiscales. No obstante, la suba llega en un momento delicado, con la economía ya sumida en un estado de recesión, según lo indican los principales referentes del sector. A este panorama se suma una inflación persistente que impacta directamente en el poder de compra de la población.

Un reciente informe de la consultora LCG evidencia la escalada de los precios, especialmente en el rubro alimenticio. En agosto, el precio de la comida aumentó un 3% a pesar de una leve deflación en la última semana del mes. Este incremento se sintió con más fuerza en productos como frutas (6%), bebidas (4,6%) y carnes (2,5%), y ahora, con el aumento del combustible, se espera que estos valores se sigan disparando.

La suba no se aplicará de una sola vez, sino que se implementará en dos fases. La primera parte, que ya entró en vigor, corresponde a una porción de las actualizaciones acumuladas. La segunda fase, que se aplicará a partir del 1 de octubre, completará el incremento total, generando un ajuste progresivo pero contundente que afectará tanto al transporte de mercaderías como a la movilidad de las familias. El aumento se percibe como una nueva presión sobre el ya debilitado poder adquisitivo de los ciudadanos.