BUENOS AIRES.- Luego de muchas idas y vueltas, finalmente Julieta Makintach, magistrada del Tribunal en lo Criminal N° 2 del Departamento Judicial de San Isidro y conocida por su rol en el mediático “Caso Maradona”, presentó formalmente su renuncia al cargo. Su abogado entregó la carta de dimisión directamente al jurado de enjuiciamiento que estaba previsto analizar su situación. La letrada se vio envuelta en una controversia pública a raíz de su participación en el documental “Justicia Divina”, que aborda el juicio por la muerte de Diego Maradona.
La renuncia, dirigida al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se produce inmediatamente después de la primera audiencia del jurado de enjuiciamiento. En esa instancia, los integrantes del jurado habían definido aceptar las ocho denuncias presentadas en su contra, una de las cuales había sido impulsada por el procurador Julio Conte Grand.
En su carta de dimisión, Makintach expresa que su decisión “se inscribe en el contexto de los hechos de público conocimiento que han generado un profundo impacto institucional y social, con consecuencias no deseadas, —las que lamento profundamente—, vinculados al desempeño de mi rol jurisdiccional en un juicio oral de alta sensibilidad pública”.
La jueza asumió que “el ejercicio de la función judicial no puede desvincularse de la responsabilidad ética, política e institucional” y que su prolongación en el cargo podría dañar la confianza pública en el Poder Judicial. Por ello, consideró que su “mayor contribución a la reconstrucción del prestigio institucional y a la reparación de los errores cometidos es apartarme voluntariamente del cargo”.
Makintach subrayó que su renuncia no solo expresa un “compromiso personal con los valores republicanos”, sino también el convencimiento de que “la legitimidad judicial no se sostiene exclusivamente en la legalidad formal, sino también en la percepción pública de confianza, responsabilidad y sensibilidad social frente a los derechos fundamentales”. Concluyó el documento con serenidad, afirmando que no renuncia a su derecho de defensa, pero con la “convicción profunda de que la credibilidad del sistema de justicia exige gestos firmes y decisiones ejemplares”. Agradeció a la Suprema Corte y a las autoridades por la oportunidad de haber ejercido una función de “alto honor” en una carrera que describió como “extensa e intachable”.