Sergio Osiroff
Ingeniero Pesquero
Ingeniero pesquero - Docente de la UTN Facultad Regional TdF - Marino Mercante
PESCA FUEGUINA 2do. Acto: Se amotinan los ricos contra los pobres
09/05/2021. .
Arquitectura jurídica: el Acta 48/07 del Consejo Federal Pesquero constituyó una obra maestra de la ingeniería normativa. Una suerte de Atucha, de Chocón, de Yaciretá, aplicada a someter una ley nacional (la de pesca) a esfuerzos de flexión, compresión, tracción, torsión, e incluso a sucesivos cambios de estado, hasta adecuarla al recipiente que debía contenerla.
Centrifugado automático
Sucedía que el “Régimen Federal de Pesca” había dejado picando unas prioridades (ya veremos de qué) en un artículo medio deambulante que, con el tiempo, insistía en no bañarse.
Para hablar con todos los rodeos posibles, resulta que ese artículo merodeaba, esperando su momento. Igual que esos pares de medias que se dejan debajo del colchón, a ver si por esas cosas del destino, el apretuje oscuro contra los elásticos, el correr del tiempo y el escaso cambio de aire les da por oler a otra cosa que no sea a pata. Y dado que el artículo de cuyo nombre nos acordamos (pero aún no lo damos) trataba de prioridades para la asignación de cuotas de pesca, la cuestión es que en el transcurrir de los años seguía oliendo … a prioridades. Por lo que algo, había que hacer.
Il morto qui parla
Paso a paso, lo primero fue el Acta 48, talco tipo mentolado para que olieran bien esas prioridades de las que se habla. Y ya que estamos, como al pasar, que los que hasta entonces se la llevaban en pala, lo pudieran seguir haciendo.
Solo el arte nos salvará
Nadie confundiría el uso que le dio a un martillo Miguel Angel, para hacer La Pietá, con el que le dio el loco que la rompió a martillazos. Bueno ... “nadie”, “nunca”, “siempre” son términos como “amor eterno” para los amantes, o el calificativo de “inteligente” para un político profesional. Mejor ponerse guantes de amianto antes de acercar las manos a la hornalla. O comprarse gorros para huemules. O dejar de laburar, que al fin y al cabo el saqueo es completo y permanente. Al menos, guardarse alguna ficha para esquivarle a la realidad.
Vamos a decir entonces, simplemente, que la misma herramienta, un martillo, puede servirle tanto a Miguel Angel como al chiflado, para trabajar sobre la misma cosa. Con lo cual, el objeto del martillo no es el martillo, sino el uso que se le da. ¡Qué inteligentes que parecemos!
Provincia generosa
Dejándonos de metáforas de subsuelo, diremos que los que venían de años de extraer recursos pesqueros argentinos para desembarcarlos en Ushuaia, estaban flojitos de papeles. Flojitos, porque amarraban sus buques cargados de pescado y no procesaban en suelo fueguino ni un cornalito. Una maniobra perfecta: los pesqueros atracaban, y las capturas pasaban al contenedor. Y del contenedor, al buque que lo llevaba al extranjero. Y en el extranjero, a la fábrica de donde salían productos de góndola. Made in en cualquier lado, menos en Tierra del Fuego, cuyo rol era poner el acceso al mar y a los recursos.
Hay que astillar al portero, pa que entre proveeduría...
La cosa venía bien, y hasta sobrevivió bien a la ley de pesca. Con ese artículo merodeador dando vueltas, pero sin molestar más que con su presencia.
Por otra parte, las leyes, como es sabido en altos estamentos políticos y judiciales, más autoridades de aplicación del más diverso pelaje, están en la Argentina para dos cosas. Primero, para que las cumplan los giles. Segundo, para que los que se la llevan en pala, astillen a los pícaros. Por eso los pícaros hacen tantas leyes. Una detrás de la otra. Los legisladores nacionales son los Henry Ford sudacas del ordenamiento jurídico. Sacan leyes en serie. Siempre hay resquicios donde meter una.
Intermedio socio-filosófico
Nos explica Heidegger que “el género humano se divide en dos tipologías características: vivos y tontos”. Levi-Strauss, por su parte, sostiene que “cualquier sociedad cuya evolución, impermeable a influencias extraculturales, articule virtuosamente con las circunstancias geográficas e históricas en las que está inmersa, tenderá siempre, en términos demográficos, a tener mayoría de otarios”. Conviene tener siempre a mano frases de los nombrados, a los que pueden agregarse Foucault, Deleuze u otros autores por el estilo, para citarlos cuando no se sabe bien qué decir. Andan muy bien en power-point. Total, eran tan bochos que ni ellos mismos cazaban una de lo que decían. Palabras clave: mayoría de otarios.
“Tener un porcentaje elevado de zonzos es un tesoro, un recurso de potencialidad económica de mayor valor que las mayores riquezas naturales que puedan enmarcar el espacio geográfico de una sociedad humana, organizada políticamente para el goce y beneficio de la libertad individual”, asiente desde otra óptica Ayn Rand, en uno de sus ladrillos objetivistas. Al margen: nada más certero que calificar a sus libros como objetos. Si Galileo hubiera tirado uno desde la Torre de Pisa, vaya a saber si no cambiaba el ángulo de la eclíptica.
Yo, argentino
La expresión “cuotificación pesquera” suena rara. Se trata de una herramienta de gestión de la pesca, pero muy poco atractiva para una nota. Vamos a resumirla en una palabra que transmita su significado con sencillez: PRIVATIZACION. Con esta herramienta, la Argentina distribuyó, entre empresas pesqueras mayormente extranjeras, los recursos que en gran parte se desembarcaban en Ushuaia. Queda a opinión de cada uno, especular acerca de si la Argentina usó esa herramienta como Miguel Angel, o como el loco.
Puede agregarse que los fueguinos que se enteraron fueron pocos. Y entre esos pocos, además, fueron pocos los que patalearon. Entre ellos la UTN, universidad que, creada con el perturbador nombre de “Universidad Obrera”, intentaba mantenerse fiel al criterio fundacional de agregar valor a las materias primas, para generar empleo en tierra fueguina. Casi le cuesta hasta el edificio donde daba clases en Ushuaia.
La mayoría, gobernados, gobernantes, sabihondos al servicio de los que cortan el bacalao (ya que hablamos de pesca), hicieron la de quien va caminando y, en la esquina, se encuentra con que una patota le está rompiendo el alma a un alfeñique de cincuenta kilos.
“¿Y, qué hiciste?”
“Y …. entre todos, ¡no sabé la biaba que le dimo!”
Menem lo hizo
La ley de pesca menemista (vamos a ponerle ese nombre, en lugar de hacerlo con la frialdad de su número, 24922), es la que estableció el régimen de cuotas de pesca.
Como vimos, cuotificar es privatizar recursos. Distribuirlos entre algunos. Una herramienta de manejo pesquero que puede ser tan buena, como destructiva. Hoy todavía hay gente en Tierra del Fuego, que no sabe que los peces que están vivitos y coleando por el mar que baña las costas de su provincia, ya tienen dueño sin haber sido siquiera pescados.
No vamos a entrar en otros detalles. Tampoco en la descripción pormenorizada de los problemas que, ya entonces, en algunos de los lugares del mundo en que venía aplicándose, traía la cuotificación. Y que por supuesto nuestros políticos dieron por sentado que aquello, aquí, jamás ocurriría.
“Yo venderé a mi patria, pero bien vendida” – Roberto Arlt
Como los “problemitas” de la cuotificación de la que hablamos, venían de países tan subdesarrollados como Canadá o Islandia, hubo algún subversivo que metió palitos en la rueda. Se ve que un asesor legislativo se levantó en esos días con ganas de trabajar. Cosa peligrosa, porque le puede subir el precio al país.
Seguridad jurídica
Cosa peligrosa, decíamos, toda vez que la seguridad jurídica, en un país como el nuestro, debe armonizar con el criterio de igualdad que bien retrató Orwell en “Rebelión en la granja”: todos son iguales, pero algunos más iguales que otros. Con las cuestiones jurídicas es semejante: la seguridad es para todos, pero los salvavidas legales no alcanzan para todos.
El hecho es que la ley de pesca menemista, así como estableció el sistema de cuotas por un lado, maniató por el otro a los comisionistas, con el chaleco de fuerza legal de las prioridades para otorgarlas. Hablamos de los comisionistas que dedican, sus vidas, a adecuar las leyes al gusto de los comensales de guita que dejan buenas propinas. No sabemos si los legisladores actuaron conforme a criterios jurídicos, económicos, biológicos, por vergüenza, por no quedar tan escrachados ante el mamarracho que se podía llegar a hacer. O por otro tipo de consideraciones en que no nos metemos.
La quiniela del mar
Conscientemente o por azar, no le hubieran podido elegir mejor número al artículo que establecía las cuotas de pesca: el 27. En la disputa por ver quién peinaba mejor el Mar Argentino, hasta dejarlo pelado, mejor un peine fino que un rastrillo.
Pero al menos, si se iba a pelar el mar, que hubiese algunas prioridades entre coiffeurs:
- Cantidad de mano de obra nacional ocupada;
- Inversiones efectivamente realizadas en el país;
- El promedio de toneladas de captura legal de cada especie, por buque o grupo empresarial, en los últimos 8 años.
Se agarran de los pelos
Los estilistas del mar, todos extranjeros, no pudieron creer la trampa con que algún nacionalista los había cebado y puesto en problemas. Los comisionistas locales se horrorizaron.
¡Qué inseguridad jurídica! Durante años nadie les había avisado que, además de pescar, tenían que generar algo de trabajo en tierra fueguina y argentina. ¡Y ya era tarde! La ley había salido con ese artículo maldito y sus antijurídicas prioridades. ¿Qué hacían ahora, que hasta entonces solo habían pescado para exportar materias primas?
Ni Menem lo hizo
¿Pero en qué quedamos? ¿Lo hizo o no lo hizo?
Tranquilo. Van dos notas. En una vimos un acta inocente. Y en la presente, empezamos a sospechar que la inocencia nos valga.
Hasta ahora parece que los que venían pescando iban a salir rengueando. Empresas extranjeras, grandes buques, desembarcos gigantescos en Ushuaia (que llegó a ser el segundo puerto pesquero argentino), voluminosas exportaciones.
La esperanza es lo último que se pierde
De golpe, los que pescaban y no contrataban en tierra ni a un simulador de filetero para sacarse la foto del diario con los políticos locales, parecía que se les venía encima un temporal.
Pero no. No perdamos las esperanzas. Porque en el Consejo Federal Pesquero, ámbito de cuotas, permisos, asignaciones, fondos, políticas de pesca, gestiones …. también hay un lugarcito para ese culto, tan argentino, de dar una mano al que la necesita.
Y si bien la siguiente es la tercera de las notas, vamos a dedicarla a la cuarta con que se socorrió a las empresas extranjeras que podían quedar empantanadas.
Fondeamos entonces, y el auxilio lo dejamos para la próxima.