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Raúl von der Thusen
Abogado

Legislador provincial - Tierra del Fuego


OPINION
La hermandad entre argentina y chile se fortalece si se mira al futuro

29/11/2024.

A 40 años de la firma del “Tratado de Paz y Amistad" entre Argentina y Chile, resulta un buen momento para celebrar estos años de paz y resaltar la utilización del diálogo como una herramienta invalorable para la resolución de los conflictos entre países hermanos. Más destacable aún, luego de la expresión democrática del pueblo argentino a través de la consulta popular del 25 de noviembre de 1984.

Cabe asimismo recordar el papel único que jugó el Papa Juan Pablo II a fin de evitar un conflicto armado entre nuestros países, con secuelas imborrables sobre las espaldas de las generaciones futuras de ambos pueblos. Fue gracias a su intervención que se detuvo la guerra y se encaminó la disputa en una mediación larga, fatigosa, pero que finalmente vio la luz el 29 de noviembre de 1984, con la firma en El Vaticano del “Tratado de Paz y Amistad”.

El Tratado cuyo objetivo planteado tenía que ver con «la solución completa y definitiva de las cuestiones a que él se refiere», fue por más y logró articular un sistema de solución de controversias moderno, de varias escalas y resortes legales que permitieron finalizar las largas disputas limítrofes y pacificar la zona en conflicto.

Este recordatorio también nos debe servir a ambos países en general, pero especialmente a ambas regiones australes -nuestra Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y la región chilena de Magallanes-, a preguntarnos cómo debemos enfrentar los años venideros.

En estos 40 años dimos pasos en una serie de áreas, por ejemplo en cuestiones ambientales, antárticas, mineras, de migraciones, pero algunas se encuentran superadas por las condicionantes actuales de un mundo más convulsionado, más agresivo y menos respetuoso del derecho internacional y otras sencillamente no funcionaron como las facilidades fronterizas, la circulación de personas que, por compartir frontera, requiere una dinámica mucho más rápida, eficiente y segura.

Tierra del Fuego y Magallanes enfrentan el gran desafío de administrar un espacio geográfico que supera con creces -y por mucho-las capacidades nacionales de ambos países. La cuestión antártica ejemplifica nuestra condición minoritaria ante el avance de potencias globales sobre sus recursos, obligando a nuestros países a profundizar sobre el papel que podemos desempeñar en esta zona de manera articulada y colaborativa. El Mar de Hoces y el Estrecho de Magallanes son también pasajes marítimos naturales que están en la mira del comercio global, el narcotráfico y las grandes flotas pesqueras, y si bien en ambos opera la libertad de navegación también es necesario lograr una coordinación más productiva entre los organismos de control de ambos países para garantizar la preservación de los recursos y la seguridad de la zona.

Iniciativas como la “Ruta del Fuego”, un circuito turístico binacional que atravesaría nuestra isla, eventos deportivos como el “Raid Náutico binacional” por el río Grande, la carrera automovilística de “La Hermandad”; y tantas otras construcciones culturales y políticas entre nuestros pueblos, como la creación de “Comité Binacional de la Isla Grande de Tierra del Fuego”, son ejemplos de un futuro promisorio si logramos vencer las trabas administrativas que impiden que se consoliden los lazos en la región. Se hace necesario que los emprendimientos comunes, el comercio y el transporte de cargas y de personas fluyan con facilidad, sin las demoras arcaicas y a veces indignas a las que se someten quienes salen de la isla por vía terrestre.

Muchos antecedentes y cartas de intención han tenido lugar en estos años, que por razones burocráticas o desidia no llegan a concretarse en la práctica de gestión. Sólo la persistencia de quienes habitamos esta zona, que compartimos una historia común de hermandad y comprendemos la importancia de una relación fluida y dinámica entre nuestros pueblos, modificará esta realidad en beneficio de todos.

Para finalizar queremos destacar a un actor fundamental en esta impronta de amalgamamiento cultural, político y social entre ambas naciones, en especial en lo que respecta a su territorio de intervención, como lo es el Cónsul de la República de Chile Jorge Roberto Ruíz Piracés. Su intervención en distintas gestiones, tanto formales desde su representación consular, como desde lo informal con su participación ciudadana en Río Grande, ha sido fundamental en el reavivamiento de este concepto de hermandad y prosperidad de ambas naciones, en especial en la Isla Grande de Tierra del Fuego que es compartida por ambas. 

En Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur celebramos estos 40 años de paz con Chile con la mirada puesta en el futuro. Convirtamos esta fecha en un desafío que nos permita pensar una región unida, consolidada y próspera como un aporte fundamental para el desarrollo de nuestros pueblos.

Ese futuro es posible y está en nuestras manos lograrlo.