Los premios que recibió Marcos Moneta, especialmente el de mejor jugador de seven del año, según World Rugby (WR), cierra el círculo de un 2021 en el que los Pumas 7s se situaron por primera vez por encima de todo en la temporada del rugby argentino de alto nivel internacional. Moneta, que también fue galardonado con el Olimpia de plata, resultó la estrella de un firmamento que desde hace años viene forjando Santiago Gómez Cora, una persona que eleva la vara por sus conocimientos, su constancia para aprender, su manejo del grupo y su don de gente, que hace que el seleccionado nacional de juego reducido lleve tiempo peleando en los primeros planos. De hecho, a la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos le agregó recientemente, con un plantel casi distinto, dos terceros puestos en las últimas competencias del año.
Ese equipo de seven que nos mantuvo en vilo durante las madrugadas y que logró contagio y admiración, también terminó de encontrarle un lugar al rugby dentro del olimpismo argentino en apenas dos participaciones (Río 2016 y Tokio). “Nos miraban como diciendo “uh, ahí vienen los del rugby”. Éramos como los colados a una fiesta. Pero con el compromiso del equipo, y al haber logrado la medalla, nos abrieron la puerta”, refresca Gómez Cora.
Como el scrum, el line-out podrá no tener competencia; cada nación decidirá según su preferencia.
Ante el estancamiento del rugby en su original y todavía principal juego de XV, producto de las complicaciones que encuentra para instalarlo en otros países fuera de los tradicionales y, también, por las cuestiones de salud física y mental que lo desacomodaron en los últimos tiempos, World Rugby tiene en el seven uno de sus comodines para encontrar nuevos horizontes. Hace unos días, la entidad que rige al rugby difundió un informe sobre el fuerte impacto que generaron los Juegos en el deporte, especialmente por medio de las redes sociales. Un dato: las interacciones registraron que un 63% había visto un partido de seven por primera vez. El empuje fundamental vino del lado de las mujeres.
En su busca de expansión, World Rugby choca con otras limitaciones. No es popular como el fútbol o el tenis; no genera las herramientas de marketing que nutren a la NBA y a la Fórmula 1; no tiene figuras que rompan las fronteras del rugby ni tampoco juega en las grandes ligas de los eSports y las plataformas de streaming (Netflix, Disney, Amazon). Los únicos que salen de esa lógica son los All Blacks.
El menú de nuevas reglas, pensado para atraer más consumidores del rugby, incluye varias modificaciones posibles; además del scrum y el line, pueden variar la cantidad de jugadores, el tamaño de la pelota y la duración de los partidos.
Ante este panorama, WR implementará a partir de enero próximo un programa que introduce históricas variaciones a las reglas del rugby de base. Y con una particularidad: cada país podrá optar por las que mejores le parezcan. Algunas de ellas: los equipos pueden formarse de 10 a 15 jugadores; los partidos pueden durar de 40 a 80 minutos, hasta en cuatro tiempos; la pelota puede ser más pequeña; el scrum puede tener menos jugadores y no tener disputa; en el line se puede acordar no competir ni levantar. ¿Qué busca la entidad? Que sea un deporte más accesible y más seguro. Así, tendremos a países que jugarán con reglas distintas pero todas dentro de un deporte llamado “rugby”.
Quizá sea un primer paso para que en un futuro no tan lejano dejemos de ver al juego del rugby tal como lo conocimos.