La información brindada en el curso de la pandemia parece relacionar a la “salud” con un único factor: mantenerse a salvo del covid-19. Pese a eso, factores como una buena alimentación y el adecuado nivel de micronutrientes en el organismo son claves para el mantenimiento y el cuidado de la salud, y en algunos casos –como el de la vitamina D– mejoran incluso las probabilidades del organismo de resistir y hacer frente al propio SARS-CoV-2.
Recientes estudios en todo el mundo dan cuenta, justamente, de que la tasa de hospitalizaciones e incluso de fallecimientos por covid-19 es significativamente mayor en personas con bajos niveles de vitamina D.
Nuevos estudios de investigadores del King´s College de Londres hallaron sobre datos de 445.000 pacientes británicos, estadounidenses y suecos de ambos sexos, que la suplementación dietaria regular con ácidos grasos omega 3, multivitamínicos o vitamina D y probióticos proporciona un menos riesgo contra el SARS-CoV-2 en las mujeres.
Otras líneas de investigación científica recientes dejan claro el papel fundamental del funcionamiento intestinal en el sistema inmunológico. La pared intestinal, de hecho, es una de nuestras principales barreras de protección, ya que a lo largo de toda su extensión recibe constantemente una gran carga de antígenos, y es capaz de “reconocer” a los agentes patógenos y diferenciarlos de los antígenos inocuos.
Hoy se piensa que es la mayor reguladora de la actividad inmunitaria, y no es casual que los nutrientes que más aportan a estas funciones intestinales sean los más beneficiosos para protegernos de las enfermedades. Un ejemplo de esto son los aminoácidos.
Los aminoácidos son las moléculas orgánicas más simples y primarias necesarias para la vida. La glutamina es un aminoácido libre que cumple varias funciones en el organismo: es esencial para las células del sistema inmunitario, participa en la regulación de la glicemia, componente central para mantener la mucosa intestinal y también contribuye al equilibrio del sistema nervioso.
Ácidos grasos, Vitamina D y Zinc
Los ácidos grasos omega 3 y omega 6 son necesarios para el buen funcionamiento del organismo y cumplen en él varias funciones importantes; sin embargo, el organismo no los produce, salvo algunos tipos muy específicos como el ALA y el LA. Además de las reconocidas propiedades del omega 3 para la salud cardio y cerebrovascular por su papel en la preservación de las arterias, estos ácidos grasos son constitutivos de la mucosa intestinal, por lo que la protección inmunológica también depende de que no falten.
Tanto los ácidos grasos omega 3 provenientes de aceite de pescado (DHA y EPA) como los de semillas de chía (ALA) regulan además el equilibrio entre las prostaglandinas, sustancias que cumplen las más diversas funciones en todo el organismo: en el sistema nervioso, los tejidos musculares, la presión sanguínea y, por supuesto, en los mecanismos inflamatorios y la función de la pared intestinal.
Respecto de la mencionada vitamina D, hoy se apunta cada vez más a ella como “la” vitamina de las defensas, además de su papel vital en la conformación de los tejidos óseos y musculares y en la fijación del calcio y otros minerales. El organismo requiere vitamina D en todas las edades, y los médicos recomiendan ya la suplementación muy especialmente en las personas mayores de 60 años, las embarazadas y los lactantes, pero también en los niños y jóvenes.
Al zinc se lo conoce como “el oligoelemento de la inmunidad”, porque la activación de los receptores celulares en presencia de abundante zinc promueve la multiplicación y la diferenciación de los linfocitos (células del sistema inmunitario), a la vez que los hace más eficaces en la producción de anticuerpos. (Vida y Salud Hoy)