RIO GRANDE.- Sokichy es un Japonés que tiene 70 años y hace 10 años que, tirando un carro, está caminando por el mundo y ahora se encuentra en Río Grande. El hombre contó que no tiene hijos ni mujer y que su familia está integrada sólo por un hermano que vive en Japón pero del que no tiene noticias.
En su gira, el Samurai ya lleva recorridos 40 mil kilómetros y sólo camina unos 8 kilómetros diarios. Es oriundo de Hyōgo Ken , provincia que se encuentra ubicada en la región de Kinki sobre la isla de Honshū (Japón). Su capital es Kōbe.
Mientras caminaba desde Tolhuin hacia Río Grande, se cruzó, cerca de Puente Justicia, con Daniel Medina y su amiga Iris Rodríguez quienes se encontraban rumbo a Tolhuin, practicando ciclismo. Al regreso volvieron a verlo pero, esta vez, se detuvieron y se le ofrecieron la ayuda que necesite. El japonés agradeció pero no quiso recibir más ayuda que un poco de café y unas mediaslunas, por lo que Medina y su compañera regresaron a Río Grande aunque intranquilos. La pareja iba a diario a verificar el estado del hombre. Cuando pasaron unos días volvieron a buscar al caminante y, esta vez, el hombre, muy cansado cedió, aceptó la ayuda y regresó con Daniel e Iris.
El carro, quedó a cargo de una unidad de Defensa Civil que lo recogió y lo llevó hasta la casa de Daniel Medina quien alojó al caminante en su vivienda.
Según le reveló Medina a El Sureño, volvió a buscarlo porque “es lo que debía hacer”.
“Sokichy está feliz en mi casa. Nos comunicamos con la aplicación del celular. Yo no hablo japonés y él no habla Español ni inglés pero la pasamos muy bien, porque es un hombre muy tranquilo”, contó.
“Me gusta que esté en mi casa. Yo lo ayudo con lo que puedo. Me hace compañía y me siento feliz de poder brindarle ayuda a alguien”, señaló Medina.
Una entrevista difícil
En diálogo con El Sureño, y gracias a la aplicación que traduce cualquier idioma, Sokichy reveló que antes de emprender su viaje por el mundo tenía una librería en su ciudad natal pero por problemas económicos, el negocio se fundió. “En ese momento decidí abandonar mi lugar de nacimiento y me lancé al mundo, a caminar”, contó. Cuando eso sucedió yo ya había cumplido mis 60 años de edad.
Su viaje en estos diez años de caminar, no ha sido fácil para Sokichy. Según recordó, estuv al borde de la muerte en al menos 8 oportunidades. “En Canadá me atacó un oso mientras dormía en mi carpa pero logré salir vivo de esa situación. En Australia casi muero deshidratado luego de caminar y caminar sin cesar con una temperatura de 50 grados y perdí el conocimiento. Me desperté en el hospital. En Georgia del Este un auto me atropelló y quedé vivo de milagro. En esa oportunidad, luego de que me atendieran en el hospital, me echaron del nosocomio porque no tenía dinero para pagar la atención. En Tanzania me atacó un ciervo y debieron hospitalizarme por varios días y en España me asaltaron y cinco personas. Me golpearon y me robaron casi todo”. A pesar de todos esos contratiempos, Sokichy dijo, “esas cosas no me importan y no me atemorizan. Igual seguiré caminando por el mundo y, para lograrlo, yo hago lo imposible porque lo posible lo hace cualquiera”, reflexionó.
Su viaje por el mundo incluyó América Latina y, lógicamente Argentina era uno de sus objetivos. Sin embargo, en la embajada de Japón (en Buenos Aires) le recomendaron no ingresar a la Argentina porque está considerado como un país peligroso pero Sorichy ignoró esa recomendación y se vino a la Argentina “Ahora mi vida ha cambiado. En Argentina la gente es amigable más aún con la gente de otros países que andan caminando por el mundo”, aseguró sonriente.
“Mi vida ha cambiado mucho desde que llegue a la Argentina y más aún cuando llegué a Tierra del Fuego. Cuando vine desafié el esquí que es un deporte muy lindo pero muy difícil y me gusta mucho. Es un deporte difícil pero logré esquiar practicando poco tiempo. Hoy es uno de mis deportes favoritos”, dijo.
Sorichy no sabe si volverá a Japón porque le ha gustado mucho la Argentina, en especial está muy a gusto en Río Grande. Su vida se sostiene con una pensión que cobra que, si bien es muy poco dinero, “siempre encuentro amigos que me ayudan”, se alegró.
Antes de despedirse, pensó y dijo: “Me gusta la Argentina. Quiero dejar de caminar y quedarme a vivir en Argentina. Río Grande es un lugar maravilloso.
Una reflexión del septuagenario
“Creo que Japón es uno de los países más ricos del mundo. Tiene, dinero y mucha tecnología al alcance de todos sus habitantes pero, a pesar de ser un pueblo rico los corazones de sus habitantes son demasiado fríos. Todos los día hay gente que se suicida en las vías del tren. Las autoridades están fabricando vallas para prevenir que la gente no pueda arrojarse esas vías. Japón es un país con muchos suicidios porque, a pesar de contar con mucho dinero, no hay encanto.
A mi edad, y caminando por el mundo, pude comprobar que la felicidad se puede lograr sin dinero. Existe mucha felicidad en el mundo que el dinero no puede comprar. Uno de esos lugares donde se puede vivir feliz es Argentina. Este es el país más memorable que he conocido en mi vida y en el mundo. La felicidad no se compra con dinero. El dinero debe servir para ayudar a la gente. Yo espero que llegue ese día en que los seres humanos en el mundo sean felices”.