USHUAIA (Matías Alonso - Agencia TSS - Télam) .- Se trata de la firma 'American Robotics' que desarrolló un vehículo terrestre eléctrico no tripulado para las bases antárticas. Podrá hacer mapeo del terreno, incluyendo las grietas subterráneas en el hielo, facilitar tareas de rescate y relevamientos de fauna, entre otras tareas.
El clima extremo de la Antártida es el principal desafío para quienes deben trabajar en las bases, tanto en misiones científicas como militares. La posibilidad de delegar algunas de esas tareas en un vehículo no tripulado supone una baja en los riesgos que implican las campañas en ese continente. Ese fue el principal objetivo en el desarrollo de Skúa –bautizado con el nombre de un ave antártica–, un robot autónomo diseñado para trabajar en este ambiente adverso.
El Skúa posee cámaras ópticas, lidar –dispositivo que permite determinar la distancia mediante un emisor láser–, GPS y georradar para mapear el subsuelo. Se puede manejar por control remoto o trabajar de forma autónoma. De manera complementaria, también se están desarrollando para el vehículo una cubierta blindada y un brazo robótico para tomar mediciones o muestras que necesitan los científicos residentes en la Antártida, sin necesidad de que salgan de los espacios calefaccionados de la base. También se le pueden instalar muchos tipos de sensores para monitorear distintos aspectos del ambiente antártico: temperatura, presencia de gases, humedad y ph, entre otros, según las necesidades de cada misión.
Otra de las funciones principales para la que está pensado el Skúa es para la búsqueda y rescate, como enviar camillas o suministros sin arriesgar personal, sobre todo en zonas de grietas. Para estas últimas es útil su georradar, que permite detectar huecos con aire debajo de la nieve, su tamaño y profundidad, y así evitar caídas. Una vez que el sistema de reconocimiento de grietas esté desarrollado se podrá acoplar el georradar a cualquier vehículo, como motos de nieve, para hacer un mapeo constante de los alrededores de las bases.
También se está trabajando en el desarrollo de un sistema de reconocimiento de imágenes, con el objetivo de automatizar el relevamiento de especies como los pingüinos emperadores, para el control de la población de las colonias de la Antártida. Así, mediante el uso de estas herramientas de inteligencia artificial, se podría realizar el conteo de poblaciones de especies a través de Skúa, y así acelerar y facilitar un proceso que usualmente se hace con científicos a la intemperie con un cuentaganado, contando hasta 500.000 pingüinos por cada colonia.
El proyecto Skúa fue ganador del concurso Neofutura, organizado por el sitio Periferia, en la categoría Tecnología para la Defensa. Su fabricante, American Robotics, una empresa de Gualeguaychú, Entre Ríos, que se dedica principalmente a la investigación y al desarrollo de vehículos no tripulados, tanto para uso civil –principalmente en el segmento de seguridad electrónica, rubro al que se dedicaba otra empresa vinculada– como para uso militar.
Sebastián Mirich, CEO de American Robotics, le dijo a TSS: “El equipo está yendo y viniendo todo el tiempo porque necesitamos hacerle ajustes y descargar los videos, para entrenar al sistema de inteligencia artificial. Los entrenamos en una tarea, los traemos y generamos los nuevos módulos. También le vamos haciendo adaptaciones que vamos aprendiendo por la baja temperatura, que puede llegar a 30 grados bajo cero. Las baterías tienen un sistema de calefacción para el momento de carga, ya que se ven muy afectadas por el frío”.
Otra de las funciones principales para la que está pensado el Skúa es para la búsqueda y rescate, como enviar camillas o suministros sin arriesgar personal.
El Skúa tiene un alto de un metro treinta y un largo de un metro setenta. Puede circular a 15 kilómetros por hora, con una autonomía de hasta 10 horas. Sus cámaras le permiten detectar personas o vehículos a cuatro kilómetros de distancia, aun sin luz, gracias a su cámara térmica. Gracias al lidar y al GPS puede hacer un mapa en 3D de la zona que va recorriendo. La comunicación con la base podrá ser por WiFi, 4G, 5G, RF y sistemas específicos de comunicación militar, además de un sistema de audio bidireccional para la comunicación de personas. Posee detectores de gases y variables climáticas, sensores médicos y un carro para transportar hasta 300 kilos de carga.
Si bien los sensores son importados, la electrónica general está desarrollada por la empresa. El proyecto es financiado y realizado en conjunto con la Dirección General de Investigación y Desarrollo del Ejército Argentino (DGIyDE), que es el enlace del Comando Conjunto Antártico.
Por parte de la empresa hay siete ingenieros dedicados al proyecto, que trabajan en conjunto con pares de la DGIyDE, de la Universidad Nacional de San Juan y del CONICET, que desarrollan software o módulos específicos para el Skúa. Desde la empresa estiman que la inversión en este modelo –tienen otros vehículos no tripulados para otros tipos de terreno– está por sobre los 350 millones de pesos y durante el proceso de desarrollo recibieron un ANR de la Agencia I+D+i por 7 millones de pesos.
Una misión tecnológica en el continente antártico para llegar al Polo Sur
El Mayor Alejandro Paz coordina la Misión Tecnológica Antártica que reúne a unas 25 personas.
En la Antártida se desarrollan numerosos proyectos científicos que realizan diferentes investigaciones en las bases argentinas durante tiempos variables según las necesidades y las condiciones climatológicas.
Uno de esos proyectos es el que dirige el Mayor Alejandro Paz, que trabaja en la Dirección General de Investigación y Desarrollo del Ejército Argentino y hace aproximadamente tres años fue designado oficial de enlace con el Comando Conjunto Antártico.
En la Antártida se desarrollan numerosos proyectos científicos que realizan diferentes investigaciones en las bases argentinas. Foto: Gentileza Alejandro Paz.
En su adolescencia, Paz vivió en Base Esperanza, en la Antártida Argentina, cuando su padre -también militar- estuvo a cargo de la base durante la campaña del año 1994.
Actualmente, el Mayor Paz coordina la Misión Tecnológica Antártica que reúne a unas 25 personas, entre investigadores, científicos y técnicos, y comprende siete proyectos, todos orientados al desarrollo tecnológico en el continente blanco.
El proyecto troncal de la misión es el Vehículo Terrestre No Tripulado Antártico con Inteligencia Artificial. Foto: Gentileza Alejandro Paz.
El proyecto troncal de la misión es el Vehículo Terrestre No Tripulado Antártico con Inteligencia Artificial (UGV, por sus siglas en inglés), al que bautizaron “Skua”, en referencia a un ave antártica. “Le pusimos skua porque para nosotros representa nuestros ojos y es una de las aves autóctonas que todo antártico conoce”, detalla Paz.
Además, “el UGV está complementado con un sistema y ese sistema es un georadar que puede determinar las grietas, sus dimensiones y el estado del terreno que está bajo la superficie”, agrega el Mayor.
Para acoplar el georadar al UGV fue convocada la empresa argentina Geoaustral, cuyo director, Ignacio Borsani, se sumó a la misión antártica. “La idea de esto es que en el futuro se proyecte para expediciones en las cuales pueda existir un cierto riesgo del tránsito ya sea para vehículos o personas”, explica Borsini.
“El objetivo principal que nos impusimos es conquistar el Polo Sur y poder llevarle una garantía, unas medidas de seguridad, a esta tercera expedición que contaría con un sistema único: un vehículo no tripulado terrestre complementado con un georadar que va a permitir preservar la vida humana y los recursos materiales”, adelanta con entusiasmo el Mayor Paz.
Por su parte, Borsani asegura que “poder aportar el asesoramiento técnico, el conocimiento profesional y el equipamiento en sí para lo que puede ser un hecho histórico como la conquista del Polo Sur usando esta herramienta como no se hizo antes nos genera una satisfacción enorme”.
Fuentes: