Malvinas hoy y cómo mantener viva la memoria del pueblo argentino

Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la palabra ‘gesta’ significa: hecho o conjunto de hechos dignos de ser recordados, especialmente los que destacan por su heroicidad o trascendencia.

El domingo me acerqué hasta la ‘Carpa de la Dignidad’ de los Veteranos de Guerra de Malvinas de Río Grande. Allí, entre fotos y risas se fueron desgranando los recuerdos de la lucha. El aire cambió, y un sentimiento diferente se fue apoderando de todos los presentes. Las anécdotas y la narración de los hechos, las pequeñas historias dentro de las historias, nos conmovían a todos.

Cada uno de los ex combatientes ponía en palabras los diferentes estados de ánimo y la sensación, cada vez más fuerte de lo inútil de la lucha propugnada por un grupo de ineptos, que en busca de la aceptación y el consenso popular, tocó las fibras más íntimas de cada uno de los argentinos que escuchábamos, con estupor la ‘heroica decisión’ de recuperar las Islas Malvinas (sic) ya que no supieron usar el camino de la diplomacia.

Grupo de irresponsables que buscó justificar su permanencia en el poder generando una situación que treinta y dos años después continúa haciendo sangrar el alma de todos los que fueron partícipes de esta ‘Gesta Heroica’.

¿Por qué heroica? Porque fue muy difícil que miles de jovencitos inexpertos, desprovistos de herramientas básicas y conocimientos para la supervivencia fueran lanzados a una empresa suicida y que hoy puedan contar a sus descendientes lo que allí ha pasado.

Muchos han elegido el silencio, pena oculta de aquellos que enmudecieron ante la injusticia, el dolor y la desolación; otros, en cambio, no lo soportaron y dejaron su vida en el camino. Y están los veteranos, que marcan con su impronta una huella fuerte y dolorosa que renuevan cada año y que sus hijos siguen manteniendo en pie: la ‘Generación Malvinas’. ¡Qué responsabilidad y qué fuerza para mantener viva la memoria de una guerra!

Los hechos que allí se narran muestran la participación de las distintas fuerzas e impactan por su alcance. Todos y cada uno de los relatos están acompañados por otro sentimiento profundo: la pérdida de la vida de conocidos, amigos, hijos, hermanos, padres. Y todos los anhelos puestos en una pregunta muda pero no por ello menos fuerte e intensa, que gira sin cesar en mi cabeza: ¿Por qué?

Sólo hallo una respuesta que seguramente es el paliativo a todos los dolores que ha dejado esta guerra: volver para recuperar un pedacito de suelo argentino, allá, en el lugar más inhóspito y tal vez para descansar junto aquellos jóvenes que quedaron en los turbales o en el fondo del mar, junto al crucero ARA General Belgrano, o simplemente para saber que también la estupidez de unos pocos abrió el paso necesario para comenzar a transitar los caminos de la democracia.

Vaya, desde estas simples pero emotivas líneas, mi homenaje a todos los que mantienen viva la memoria de Malvinas.