TIERRA DEL FUEGO.- Con acento francés, pero modismos bien argentinos (adoptados en los diez años que lleva viviendo en Tierra del Fuego), Marine Israel narra cómo nació “Expedición Bahía Aguirre”, un proyecto que acerca Península Mitre a quienes sientan la voluntad de conocer los caminos de un lugar donde la naturaleza es imponente y poco explorada.
La guía de trekking y de turismo —quien se encuentra estudiando, además, para ser guía de montaña— remarca que una de las premisas principales para conocer Península Mitre, recientemente declarada por la Legislatura de Tierra del Fuego como Área Natural Protegida, es que “quienes visiten este lugar, tienen que cuidarlo mucho”.
“Expedición Bahía Aguirre” es un proyecto que surgió el año pasado, en conjunto con Federico Gargiulo: “Fue una idea que proyectamos juntos con Fede, quien dio la vuelta a la península varias veces y tiene libros escritos al respecto. A los dos nos gusta mucho el lugar y decidimos hacer una primera salida el año pasado. Este año se sumó Sebastián Beltrame, mi pareja, quien es guía de montaña y, de a poco, se va enamorando del proyecto tanto como yo”.
La seguridad es uno de los puntos cruciales a la hora de pensar una expedición. Marine recalca que “el equipo humano es lo más importante, personas capacitadas y que conozcan la zona. Si los visitantes están buscando una experiencia 100 % segura, van al Parque Nacional. Conocer Península Mitre de esta manera es una experiencia un poco más comprometida y tiene su grado de riesgo. Nuestra idea es controlar y mitigar esos riesgos, pero no podemos anularlos, no en un lugar como este. La gente lo sabe y va con conciencia, sabe cuáles son las condiciones”.
El recorrido que proponen desde “Expedición Bahía Aguirre” incluye una modalidad mixta: seis días de caminata, luego dos de descanso y el viaje finaliza con el regreso en velero durante otros dos días. “El año pasado lo organizamos ida y vuelta caminando, 14 días. Son pocas las personas que se bancan semejante trayecto sin pasarla mal en algunos momentos, es muy desafiante. En Mitre no hay sendas marcadas; es a campo traviesa y realmente sin gente que conozca se puede complicar mucho”.
Así, el paseo se aliviana caminando un tramo y navegando otro y la experiencia se enriquece ante la posibilidad de observar fauna. “El costo del velero es muy alto, por lo que implementamos un sistema donde un grupo camina primero y navega después, y otro grupo hace el recorrido al revés. Eso complica bastante la planificación porque los tiempos tienen que coincidir y hay muchas cosas, que no controlamos nosotros, que pueden fallar. Por eso laburamos con capitanes que conocen bien su trabajo”.
La cuestión de la seguridad, es otro de los puntos cruciales a la hora de planificar el viaje: “En cualquier expedición, pero en esta en particular, tan remota, es importante tomar en cuenta el tema de seguridad y rescate. Tenemos bastante experiencia en el lugar y ya tuvimos que hacer una evacuación nosotros, por eso planificamos todo cada vez mejor a nivel logístico”.