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En 2018 la Argentina volverá a colocar un satélite gigante en el espacio

Podrá analizar la superficie terrestre aún en días nublados y de noche, y penetrar en el subsuelo terrestre hasta un metro con sus emisiones de microonda.

En 2018 la Argentina volverá a colocar un satélite gigante en el espacio

Buenos Aires-. En 2018, la Argentina volverá a colocar un satélite en el espacio: el Saocom 1A, un gigante de tres toneladas, único en su tipo por la antena de 10 metros de largo.

 

Podrá analizar la superficie terrestre aún en días nublados y de noche, e incluso penetrar en el subsuelo terrestre hasta un metro con sus emisiones de microonda.

 

Será un instrumento clave para el análisis de la humedad del suelo con una precisión de 100 metros. Así se podrán conocer las variaciones de humedad en porciones de hasta una manzana. Se trata de un detalle poco frecuente en tecnología espacial.

 

El Saocom 1A es desarrollado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae). Integra una constelación de satélites de cuatro instrumentos italianos, ya desplegados en el espacio, y dos argentinos: Saocom 1A y 1B, este último a lanzarse en 2019.

 

Los satélites Arsat, lanzados en 2014 y 2015, tienen funciones de telecomunicaciones, mientras que los Saocom serán de uso científico y técnico.

 

Además, los Arsat están en una órbita geoestacionaria a 35 mil kilómetros, mientras que los Saocom tendrán un recorrido polar a 659 kilómetros de altura.

 

El último satélite científico argentino fue el SAC-D Aquarius, lanzado en 2011, una misión en conjunto con la NASA que tuvo como objetivo medir la salinidad de los océanos.

 

“Los Saocom van a tener un impacto económico importante en la agricultura argentina porque permitirán ahorrar en la aplicación de fertilizantes y plaguicidas. También servirán para estimar los rendimientos de los cultivos en base a la humedad de suelo y a la predicción de plagas”, explicó al diario cordobés La Voz del Interior Laura Frulla, investigadora principal de la misión.

 

Por ejemplo, se podrán hacer mapas de riesgo de enfermedades de los cultivos (como el hongo fusarium, perjudicial para el trigo), para crear sistemas de aplicación eficiente de fertilizantes.

 

“También se van a poder detectar sitios de acumulación de agua y nieve que van a facilitar el diseño de los sistemas de acceso al agua y también evitar la radicación de viviendas en zonas inundables con recurrencia de agua”, agrega Frulla.

 

La mayoría de los satélites de observación de la Tierra tienen instrumentos ópticos que no pueden estudiarla en días nublados ni de noche. Pocos trabajan en el rango de las microondas activas como los Saocom.

 

El satélite es capaz de enviar una señal, la cual rebota en la superficie y luego es captada de nuevo por el satélite. Otra ventaja es poder combinar la información de los satélites italianos y argentinos que trabajan en bandas diferentes.

 

“Los europeos son más sensibles a blancos más chicos por lo que tienen mejor resolución, pero no pueden penetrar en bosques o selva, donde si puede ingresar la banda L de los Saocom”, dijo Josefina Peres, responsable del radar.

 

La gigantesca antena realizada en Córdoba ya se integró al cuerpo del satélite en las instalaciones de la empresa Invap, en Bariloche.

 

Previo a esta unión, cada segmento pasó por diferentes pruebas que simulan el rigor del lanzamiento (vibraciones y poderosos sonidos) y del ambiente espacial (vacío y temperaturas extremas).

 

“En enero comenzaremos a controlar si el radar funciona. Luego vendrá una campaña de ensayos en la cámara de termovacío, shaker (que produce vibraciones similares al lanzamiento) y otras pruebas más extremas que lo que padecerá en el espacio. Luego de eso, volvemos a probar si el satélite sigue funcionando”, explicó Peres.

 

El lanzamiento se hará en agosto desde la base Vandenberg, en Estados Unidos, y en un cohete Falcon 9 de la empresa SpaceX. Se trata de un vector de 70 metros de altura que tiene la capacidad de volver a la Tierra. En su página web el costo del lanzamiento es de 60 millones de dólares. Una vez en su órbita, el satélite deberá encenderse y controlar que funciona correctamente.

 

“El primer contacto se realizará por una antena en Tahití, pero la información se recibirá en Falda del Carmen. Es un momento de mucha tensión, pero cuando recibimos los primeros datos, saltamos todos de alegría”, reconoció Mauricio Lange, responsable de Operaciones del Centro de Control de la misión en el Centro Espacial Teófilo Tabanera, de Córdoba.

 

Luego habrá que calibrar la antena, proceso que llevará seis meses. Cuando esté operativo, recibirá 225 adquisiciones (o imágenes) por día para satisfacer 20 mil pedidos por mes.

 

“Son unos 30 gigabytes de datos por cada contacto que realiza con alguna antena, no sólo la de Córdoba. Esto es, unos 223 gigabytes por día y cinco petabytes en cinco años”, detalló Lange.

FUENTE: Iprofesional.com

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