El Programa Pro Huerta, del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el INTA, realiza actividades en las penitenciarías de Río Grande y Ushuaia sobre huerta. Apuntan a mejorar la calidad de vida y generar alternativas a la hora de reinsertarse socialmente.
Con el fin de generar valores, estimular el trabajo en equipo, el cuidado del medioambiente y mejorar la alimentación, los equipos técnicos del Programa Pro Huerta (MDS – INTA) llevan adelante trabajos en los espacios de huerta de la Unidad Penitenciaria N°1 Zona Norte, en Río Grande, y en la Alcaidía de Mujeres de Ushuaia.
En la capital, el trabajo se realiza en la cárcel que contiene a todas las mujeres privadas de su libertad de la provincia desde principio de año. Allí cuentan con una huerta de tamaño familiar, “el Juzgado de Criminalidad pudo gestionar un invernadero familiar de tres metros por seis de alta calidad y mantuvimos reuniones con el Juez para ver la viabilidad del proyecto, quien siempre tuvo buena predisposición” contó Kati Pohjola, técnica del Programa y responsable de las actividades. “Si bien estamos trabajando en la alcaldía femenina, también se intentó trabajar con la masculina, pero ellos no cuentan con espacio exterior suficiente”, resaltó.
“Desde enero y hasta fines de abril hicimos trabajos en la huerta, acondicionamiento del espacio, siembra y cosecha, y desde mayo a la fecha decidimos seguir las actividades, pero en la cocina para darle un valor agregado a las frutas y verduras, hicimos dulces, mermeladas y conservas” relató la técnica. En Ushuaia no sólo se generan propuestas para el cultivo de hortalizas, sino que también se prevé la visita de las Hilanderas y Tejedoras del Fin del Mundo para capacitar a las mujeres en tejido y afieltrado.
Al ser consultado por los objetivos de estas iniciativas el Dr. Manuel Isidoro, Juez de Ejecución del Distrito Judicial Sur, destacó que “nos preocupaba que las internas no tengan actividad y el contacto con la tierra es un vínculo sumamente beneficioso.” Las actividades generaron cambios beneficiosos a las mujeres privadas de su libertad “antes las chicas no salían al patio y ahora es un lugar de encuentro, hubo transformaciones interesantes porque se las ve más entusiasmadas” reconoció el magistrado.
En Río Grande se trabaja desde el año 2005 con la Unidad Penitenciaria Zona Norte N°1, en el invernadero con el que cuenta la institución. Durante la temporada pasada se ofrecieron diez capacitaciones de huerta para los agentes penitenciarios que trabajan en el sector y los internos que se dedican a la horticultura. “Brindamos talleres teóricos prácticos sobre control de plagas y biofertilizantes, mediciones de salinidad y pH, y de labores culturales en general”. Desde un principio se supo el destino de la producción y es por eso que “se ofrecieron capacitaciones sobre cosecha y presentación de productos, ya que la finalidad es donarlo a sectores vulnerables de la comunidad”, relató la Técnica del Programa Pro Huerta Susana Aressi.
El escribiente penitenciario, Ariel Toledo, quien estuvo a cargo del invernadero durante la temporada explicó que “la producción, en su mayoría es de hojas verdes y aromáticas, y fue donada a comedores comunitarios de la ciudad”. En la huerta de la alcaldía participan alrededor de doce internos que transitan las últimas etapas de su condena. “Estamos teniendo grandes cambios en la conducta de ellos, no lo notamos sólo los agentes, sino el grupo criminológico. Trabajar con la tierra, sembrar, cultivar, les hace muy bien y genera una visión a futuro, una perspectiva para cuando obtengan la libertad”, explicó el penitenciario.
En esta institución los internos dividen sus tareas, José está encargado de los almácigos y macetas y contó que “plantar una semilla, que crezca, cosecharla es una satisfacción muy grande para nosotros”. Estas actividades no sólo se implementan para un objetivo productivo, sino que también buscar generar valores. “La huerta fortalece la paciencia, la observación, dedicación, componentes que hacen del trabajo en sí y de esta manera se revaloriza la cultura del trabajo”, explicó el interno.
Otra de las labores más específicas que se realizan en esa institución es la creación de un gallinero móvil en articulación con el taller de carpintería de la Unidad, que se presentará junto a la entrega del complemento de pollitas del Programa Pro Huerta de la próxima temporada. “Los internos están trabajando en un plano que realizamos en la Agencia de Extensión Rural Río Grande para ofrecer innovación en el territorio”, explicó Aressi. Ya se realizó uno y se están haciendo correcciones para la construcción de una segunda unidad.
El Programa Pro Huerta apunta a mejorar la calidad de vida articulando con diferentes organismos. Durante este año uno de los grandes objetivos en la provincia es poder generar espacios de laborterapia en contexto de encierro, planteando actividades acordes a sus posibilidades y buscando alternativas productivas, educativas y terapéuticas para contribuir a la reinserción social de los y las internas. -