ANTARTIDA ARGENTINA.- El A23a, el mayor iceberg del mundo, ha experimentado algo extraordinario. Desde hace meses, este gigantesco bloque de hielo gira sobre sí mismo al norte de la Antártida, cuando debería estar avanzando con la corriente oceánica más poderosa del planeta.
Con una superficie que supera los 3.600 kilómetros cuadrados, este coloso de hielo ha estado girando en una especie de prisión natural, un fenómeno conocido como Columna de Taylor. Este fenómeno ha capturado la atención de científicos y curiosos por igual, porque mantiene al iceberg atrapado y girando sobre sí mismo en una danza glacial que podría durar años.
Actualmente, el A23a se encuentra justo al norte de las Islas Orcadas del Sur. Desde abril de este año, el iceberg ha sido atrapado en la Corriente Circumpolar Antártica (ACC), pero en lugar de ser impulsado hacia el Atlántico Sur como se esperaba, ha quedado atrapado en un vórtice que lo hace girar en sentido contrario a las agujas del reloj, avanzando unos 15 grados al día.
Este comportamiento peculiar se debe a un fenómeno conocido como columna de Taylor, un tipo de vórtice que se forma cuando una corriente oceánica encuentra un obstáculo en el fondo marino. En este caso, el A23a está atrapado en la parte superior del Banco de Pirie, una protuberancia de 100 km de ancho en el fondo del océano. Esta dinámica fue descrita por primera vez en los años 20 por el físico Geoffrey Ingram Taylor.
Este iceberg de dimensiones colosales se desprendió de la costa antártica en el año 1986. Su origen se remonta a un evento de desprendimiento del Filchner-Ronne Ice Shelf, uno de los mayores estantes de hielo de la Antártida. Este tipo de eventos son comunes en la región debido a la dinámica natural de los glaciares, que avanzan lentamente hacia el mar, formando enormes bloques de hielo que eventualmente se separan y flotan a la deriva.
Con una superficie aproximada de 4.000 kilómetros cuadrados y un grosor de 400 metros, el A23a es un verdadero gigante de hielo, comparable en tamaño a la isla de Puerto Rico y más del doble de la superficie del Gran Londres. Este iceberg ha sido un testigo mudo de los cambios ambientales y climáticos durante las últimas décadas, proporcionando a los científicos una ventana única para estudiar los efectos del calentamiento global en los glaciares y los ecosistemas polares
“Normalmente se piensa que los icebergs son cosas pasajeras; se fragmentan y se derriten. Pero éste no”, observó el experto polar Mark Brandon. “A23a es el iceberg que se niega a morir”, declaró a BBC News el investigador de Open University.
El futuro del A23a es incierto. A medida que continúa su viaje por el océano, su tamaño y estructura seguirán cambiando. Los científicos observan con interés su evolución, utilizando satélites y herramientas de seguimiento para recopilar información que podría ayudar a entender mejor el comportamiento de estos gigantes de hielo y su impacto en el entorno global.