Pero más allá del optimismo generalizado tanto de la industria como de medios especializados y el público en general, los costos actuales que implicarían poner esta tecnología en un vehículo para que pueda circular en la calle, más las trabas legislativas por parte de gobiernos locales y nacionales quienes todavía no se sienten del todo seguros en poner millones de vidas humanas en manos de robots, hacen que la masificación de los automóviles sin conductor todavía esté cuando menos a un lustro de distancia.
Sin embargo el panorama no es del todo negativo. Ejecutivos de la start-up Otto, compuesta en su mayoría por ingenieros que formaron parte del programa de vehículos autónomos de Google, aseguran que la industria del transporte comercial de larga distancia será la primera en adoptar la tecnología autónoma en camiones de carga.
Si se tiene en cuenta que, según cifras del Departamento de Transporte de los EE.UU. cerca del 10% de los accidentes viales en rutas del país fatales involucran camiones de gran porte, las aparentes ventajas de prescindir de conductores, los cuales en muchas ocasiones manejan cansados e intentan hacer horas extras para poder generar más dinero, saltan a la vista.