El animal tiene más de 3 años y se llama “Mateo”, pertenece a la cabaña Santa Rosa, de la localidad de Indio Rico, partido de General Pringles, al sur de la provincia de Buenos Aires. El ejemplar se impuso ante los campeones de países como Canadá, EE.UU., Uruguay, Paraguay y México, entre otros.
Los jurados de la competencia recolectaron datos de los mejores reproductores de todo el mundo, teniendo en cuenta varias características físicas y genéticas. Luego, se reunieron en el estado norteamericano de Texas, donde decidieron que Mateo reunía las mejores cualidades.
La coincidencia de esta premiación con la consagración de la Selección Argentina de Fútbol en el Mundial de Qatar, se viralizó en las redes sociales y el bovino se ganó su propia versión del hit “Muchachos”, que interpreta La Mosca y acompañó a los jugadores argentinos en cada partido de Qatar.
El camino del campeón
Pero más allá de esta fama repentina, detrás de Mateo hay una larga historia que lo llevó a ser el mejor toro del planeta en su raza.
Para contarla, hay que remontarse a 2004, cuando el veterinario y productor ganadero Alfredo Bellocq decidió comprar 3 vacas Angus de pedigree e iniciar la Cabaña Santa Rosa.
En su campo ubicado en Indio Rico, el padre y el abuelo de Bellock ya se habían dedicado a la cría, pero no a la comercialización de genética.
“Con el tiempo fuimos creciendo, incorporando más reproductores, cuando te das cuenta ya estás hasta la cabeza”, comentó el cabañero en diálogo con Clarín Rural, al repasar su recorrido.
Mateo es el resultado visible de un trabajo constante de mejoramiento genético. “La madre es de la cabaña y siempre se había destacado, tratamos de multiplicar las cosas buenas que tenemos”, enfatizó Bellocq.
Sobre eso, agregó que el padre es un toro de la firma Ganadera de Villaguay, en la provincia de Entre Ríos.
La fecundación se realizó in vitro, aspirando ovocitos de la vaca donante, inyectando el semen en laboratorio y luego implantando el embrión en una hembra receptora.
De este modo, el 3 de noviembre de 2019, en la mitad del campo natural, nació Mateo, y el productor recordó cómo fue aquel momento.
“Me acuerdo hasta el lugar exacto donde nació. Pesó 38 kilos. No era chico, pero tenía estructura y se paró igual que como un adulto”, recordó.
El animal evolucionó siempre de forma positiva y la pandemia evitó que lo pudieran presentar en las exposiciones, cuando era más joven. Pero arrasó cuando finalmente le tocó salir a la cancha.
Después de eso, ya consagrado y con su genética bien cotizada, se fue a congelar semen a un centro de inseminación, pero todavía quedaban títulos por ganar.
Compitió a nivel sudamericano, quedó primero y hace apenas dos semanas, en la competencia organizada por Angus Breeder, se coronó como Gran Campeón de la raza a nivel mundial.
“Es un toro muy moderado, muy ancho, no tiene defectos, se mueve con la agilidad de un ternero. Tiene todas las cualidades para convertirse en un gran padre de la raza”, afirmó Bellocq, y añadió que los primeros hijos de Mateo son muy buenos.
“Más allá de los premios, lo más importante es que su genética mejore la producción”, finalizó el cabañero.
