BUENOS AIRES.- Arrumbado en una silla, con los hombros encogidos y los flashes apuntando, José Alperovich fue condenado a 16 años de de prisión por el abuso sexual de su sobrina, quien trabajaba bajo sus órdenes cuando era senador. El juez Juan Ramos Padilla ordenó que fuera inmediatamente detenido y enviado a una prisión. También se ordenó investigar por falso testimonio a tres de las personas que declararon en el juicio.
El tres veces gobernador de Tucumán escuchó la sentencia con los ojos cerrados, la cabeza gacha y las manos apretadas: el juez terminaba de decir que era el responsable de abuso sexual simple reiterado en tres oportunidades, dos hechos en grado de tentativa y otros seis hechos con acceso carnal, mediando intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad.
“Proceda señor comisario”, dijo el juez. Alperovich no dirigió a nadie su mirada.
“Proceda señor comisario”, dijo el juez. Alperovich no dirigió a nadie su mirada. Se paró, se puso el sobretodo mientras sus hijos lo abrazaban y despedían. Los periodistas le preguntaron si tenía algo para decir. Pero no dijo nada.
El debate oral y público contra el ex gobernador de Tucumán comenzó el pasado 5 de febrero, donde se lo juzgó por un total de nueve delitos de tentativa de abuso, abuso simple y abuso agravado con acceso carnal. Se llevaron a cabo 15 audiencias y participaron casi 70 testigos y peritos. Este martes Alperovich se negó a decir sus últimas palabras antes del veredicto y el juez Juan Martín Ramos Padilla fijó para las 20 de hoy, luego de un cuarto intermedio.
Sin embargo, al inicio del juicio se defendió: “Sé que todos dirán lo mismo, pero yo quiero decirle, señor juez, que tengo 68 años, 11 nietos, 4 hijos... Quiero la verdad porque esto me mató. Con todo el respeto que le tengo al Poder Judicial, quiero la verdad y le pido que preste atención, señor juez, si puede, o el señor fiscal, a todas las pruebas”. Siempre estuvo acompañado por sus hijos.