GAZA.- Desde principios de junio, más de 800 personas han muerto y más de 2.400 han resultado heridas en intensos bombardeos y ofensivas terrestres de las fuerzas israelíes en la Franja de Gaza, según las autoridades sanitarias locales.
Estos terribles ataques han provocado un dolor y un sufrimiento inaceptables e ilustran un claro desprecio por la vida de la población palestina.
Los ataques contra la población civil en Gaza deben cesar
Las numerosas ofensivas militares de las últimas semanas han provocado una afluencia recurrente de víctimas masivas a las instalaciones médicas apoyadas por nuestra organización en Rafah y la zona central de Gaza.
Hacemos un llamamiento a las autoridades de Israel para que detengan inmediatamente estas masacres. También pedimos a los aliados de Israel, incluidos Estados Unidos, Reino Unido y los Estados miembros de la Unión Europea, que hagan todo lo que esté en su mano para influir en Israel para que detenga los ataques contra la población civil y las infraestructuras civiles en Gaza.
Según las autoridades sanitarias locales, sólo el 8 de junio murieron 274 personas. Ese día, más de 60 pacientes gravemente heridos, incluidos niños inconscientes, fueron derivados al hospital Nasser, apoyado por nuestra organización.
Mientras tanto, en el hospital de Al Aqsa, nuestros equipos asistieron a un personal médico que recibió a 420 heridos y 190 muertos, de nuevo con muchos niños entre las víctimas. Los pacientes ingresados presentaban las características propias de los impactos cinéticos intensos: desmembramientos, traumatismos graves, quemaduras y fracturas abiertas.
«¿Cómo puede considerarse una operación militar conforme al derecho internacional humanitario la matanza de más de 800 personas en una sola semana, incluidos niños pequeños, y la mutilación de cientos más? No podemos seguir aceptando la afirmación de que Israel está tomando ‘todas las precauciones‘; esto no es más que propaganda», afirma Brice de le Vingne, responsable de nuestra Unidad de Emergencias.
Nuevos ataques de Israel a Gaza
A principios de la misma semana, Israel bombardeó repetidamente las denominadas «zonas seguras«: campos de refugiados, una escuela y múltiples almacenes humanitarios.
Los intensos ataques del 4 de junio en la zona central de la Franja causaron al menos 70 muertos y más de 300 heridos, en su mayoría mujeres y niños, que fueron trasladados al hospital Al Aqsa, con quemaduras graves, heridas de metralla y fracturas.
“Desde octubre (y ciertamente incluso antes), la deshumanización de la población palestina ha sido una característica distintiva de esta guerra”, explica de le Vingne. “Frases hechas como ‘la guerra es fea’ actúan como anteojeras ante el hecho de que niños demasiado pequeños para caminar están siendo desmembrados, eviscerados y asesinados”.
Estos ataques son los últimos de una amplia letanía de atrocidades e ilustran el tipo de guerra que libran las autoridades de Israel. Israel y sus aliados han demostrado en repetidas ocasiones que no existe un punto de inflexión ni una línea roja en esta violencia.
Los ataques conocidos ahora como la masacre de la harina, la masacre de las tiendas de campaña; o el asesinato de cooperantes y sus familias, la aniquilación de hospitales y del sistema sanitario en general, no han dado lugar más que a débiles declaraciones diplomáticas, palabras vacías y una pasmosa inacción.
La resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
El 10 de junio se aprobó el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas una resolución presentada por Estados Unidos y que exigía un alto el fuego y el suministro sin restricciones de ayuda humanitaria.
Este alto el fuego y el suministro de ayuda que lo acompaña deben facilitarse ya y, a diferencia de resoluciones anteriores y similares, aplicarse con efecto inmediato. No hacerlo costará más vidas y será una mancha más en la conciencia colectiva.
En contra de los reiterados comunicados públicos de las autoridades israelíes, la ayuda humanitaria ha sido denegada o gravemente obstaculizada desde octubre. La falta de suministros y equipos médicos esenciales y los retrasos burocráticos por parte de las autoridades israelíes a la hora de conceder la autorización de seguridad y suministro para establecer hospitales de campaña han hecho casi imposible prestar siquiera asistencia sanitaria básica.
Los hospitales de campaña son únicamente necesarios porque el sistema sanitario de Gaza se ha desmantelado sistemáticamente; no pueden sustituir en modo alguno a un sistema de salud sólido y funcional.
Más de 37.000 hombres, mujeres y niños han muerto en Gaza y más de 84.000 han resultado heridos, según el Ministerio de Sanidad. La resolución del Consejo de Seguridad de ayer debe aplicarse sin demora: no existen zonas seguras en Gaza, no se respetan los principios del Derecho Internacional Humanitario y se impide sistemáticamente la ayuda humanitaria.
Debe producirse un alto el fuego inmediato y duradero, y debe permitirse la entrada a gran escala de ayuda humanitaria sin restricciones.
Bombardeo en el campo de refugiados de Nuseirat, Gaza
En la mañana del sábado 8 de junio, las fuerzas israelíes bombardearon intensamente la zona central de la Franja de Gaza, incluido el campo de refugiados de Nuseirat. Según las autoridades sanitarias locales, estos ataques israelíes acabaron con la vida de al menos a 270 palestinos y dejaron unos 700 heridos.
Nuestros equipos, junto con el personal médico de los hospitales Al Aqsa y Nasser, atendieron a cientos de pacientes gravemente heridos, muchos de ellos mujeres y niños.
«No tuvimos tiempo de enterrarlos»
El Dr. Hazem Maloh es un médico palestino que trabaja con nosotros desde 2013 y vive en el campo de refugiados de Nuseirat. Recuerda aquel día horrible y traumático en el que perdió a muchos de sus amigos y vecinos:
«El día de los ataques viví tres horas de auténtico terror y miedo. Durante una hora interminable no supe dónde estaba mi hijo mayor. Fue al mercado y, en pocos minutos, se desató el caos. Los minutos parecían horas.
Se oían ruidos de misiles y explosiones por todas partes. No sabíamos qué estaba pasando. Todo el mundo gritaba y huía en todas direcciones. Podíamos oír las sirenas de las ambulancias. Parecía el fin del mundo.
Me di cuenta de que se había dejado el teléfono en casa. Salí a la calle gritando: ‘¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está mi hijo?’ Mi familia intentó hacerme entrar en casa. Grité tanto que me quedé sin voz.
Una hora más tarde, mi hijo llegó a casa. La expresión de miedo y terror en su rostro… nunca la había visto en un ser humano. Apenas podía hablar. Dijo: ‘¡Papá, la gente ha volado en pedazos! Niños, mujeres… ¿por qué es así, papá?’.
Le abracé y lloré y lloré. Por primera vez, me sentí débil«.
Un relato desgarrador
«Después fui a la clínica Al Awda, en Deir al Balah, que está a pocos metros de mi casa. Vi decenas y decenas de personas tendidas en el suelo. Algunas estaban muertas, otras heridas. Llegó una ambulancia con tres muertos y cuatro heridos. Se me llenaron los ojos de lágrimas.
Uno de mis colegas me llamó. Su hermano había sido alcanzado por metralla en la espalda. Me dijo que vomitaba sangre. No paraba de preguntarme qué debía hacer.
¿Qué podía hacer yo? No había ambulancia. Le dije que se atara un trozo de tela alrededor de la herida para presionarla, y que rezara por él para que siguiera vivo.
Decenas de personas murieron. No tuvimos tiempo de enterrarlas.
Muchos eran mis vecinos, amigos o parientes. Hombres, mujeres, niños. Terminaron con la vida de Raneem, hija de uno de mis amigos íntimos, y de su padre. Raneem se estaba preparando para estudiar medicina en Egipto. La última vez que la vi, me sonrió y me preguntó: ‘Tío, ¿me reclutará MSF cuando termine mis estudios?’.
Mahmoud también era un gran joven. Me ayudaba mucho en el huerto con la siembra y el cultivo. El día antes de que lo mataran, recogió leña delante de la casa y encendió un fuego para cocinar fideos para sus hijos. Me dijo: ‘Sabes, ahora preparo los fideos mejor que el Maqluba [un famoso plato palestino]‘». También mataron a Mahmoud el sábado.
Rami era un simple pescador. El día antes del ataque me dijo: ‘Prepárate, volveremos a nadar en el mar cuando acabe la guerra’. Rami también murió.
La lista es demasiado larga… y nunca volveré a ver a ninguno de ellos».