El nuevo coronavirus, COVID-19 paralizó a más de una cuarta parte de la humanidad a través de distintos esquemas de cuarentenas en los que -en la mayoría de los casos- el patrón común es que las personas permanecen en sus hogares. El virus SARS-CoV-2 le cambió la vida a millones en todo el mundo, pero más a Jennifer Haller, ciudadana de Seattle, Estados Unidos, a quien el 16 de marzo se le administró una vacuna experimental contra este patógeno.
“Ha habido una abrumadora positividad, amor y oraciones de extraños de todo el mundo deseándome éxitos”, afirmó Haller, compartiendo su experiencia, la de ser la primera persona fuera de China en recibir una vacuna experimental. “Todos nos sentimos tan indefensos, ¿verdad?, pero la idea de tener una vacuna fue una de las pocas cosas que sucedieron que le da las personas algo a lo cual aferrarse”, agregó.
Será un largo camino, ya que según estimaciones de los propios científicos que la desarrollan, de la compañía de biotecnología Moderna, este proceso de fabricación duraría al menos 18 meses. Esta empresa, junto con la china CanSino Biologics son los primeros en lanzar ensayos clínicos de vacunas contra el COVID-19. De acuerdo a lo publicado por la prestigiosa revista científica Science Mag de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), se probarán ahora para ver si son seguras y si pueden desencadenar respuestas inmunes.
Al igual que el ensayo que comenzó con Jennifer Haller, la compañía CanSino también comenzó sus pruebas de ensayo el 16 de marzo, de acuerdo a investigadores del Instituto de Biotecnología del ejército chino que colabora activamente con el proyecto.
De acuerdo a un listado elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya hay al menos otros 52 candidatos a confeccionar una vacuna que podría pronto surgir. Para Lawrence Corey, virólogo del Centro de Investigación de Cáncer Fred Hutchinson, “esta es una respuesta maravillosa de la comunidad biomédica frente a una pandemia”. Esta institución ha realizado ensayos de vacunas contra una docena de enfermedades pero en esta oportunidad no está involucrada en el esfuerzo conjunto contra el nuevo coronavirus.
Estas vacunas se agrupan en ocho plataformas diferentes, entre ellas las de antiguas reservas como virus enteros inactivados o debilitados, proteínas genéticamente modificadas y la nueva tecnología de ARN mensajero, columna vertebral del proyecto de Moderna y sus fabricantes incluyen biotecnología, teoría de la academia científica, investigadores militares y algunas de las compañías farmacéuticas más importantes del mundo. El último 30 de marzo, la empresa Johnson & Johnson anunció un proyecto de vacuna COVID-19 de 1 mil millones de dólares, con mitad de los recursos provenientes de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado de los Estados Unidos.
ncluso con este esfuerzo total, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés) de los EE. UU., predice que conseguir una vacuna para el público “llevará al menos un año, un año y medio” Y Fauci agregó que “al menos” porque los efectos secundarios, los problemas de dosificación y los problemas de fabricación pueden causar demoras. Algunos ya están pidiendo un atajo éticamente controversial para acelerar los ensayos clínicos: dar a las personas vacunas en periodo de prueba y luego intentar intencionalmente infectarlas con el SARS-CoV-2 para ver si están protegidas.
También podría ponerse a disposición una nueva vacuna para los trabajadores de la salud y otras personas de alto riesgo incluso antes de que se completen los ensayos de eficacia de fase III. Para Stanley Perlman, un veterano investigador del coronavirus en la Universidad de Iowa, “una vacuna que solo ofrece protección limitada y durabilidad podría ser lo suficientemente buena, al principio, en este tipo de entorno epidémico, siempre que tenga algo que nos ayude y se eviten muchas muertes, eso puede ser adecuado", reflexionó.