Hace sólo unos días, el mundo se hacía eco de la afortunada noticia que recibió un constructor británico: su boleto de Euromillones había resultado premiado con 120 millones de euros. Siempre fantaseamos con el momento en que por fin nuestro sueño se haga realidad y ganemos una importante suma de dinero de la noche a la mañana. Parece que todos nuestros problemas financieros y no financieros se resolverán, y hay casos en los que incluso se trata de comprar el amor de otros. Lo normal, no obstante, es destinar ese dinero a mejorar la vivienda, cambiar de coche, hacer algún que otro regalo y un viaje antes imposible de materializar.
Muchos prometen que donarán una parte significativa a instituciones benéficas, aunque luego no todos recuerdan cumplirlo, y algunos piensan que podrán dejar de trabajar para siempre, cuando esto casi nunca puede llegar a hacerse realidad. Lógicamente dependerá de la edad a la que ganemos un gran premio de lotería, y también de cuál sea el importe del mismo. Lo que sí está claro es que puede sentar las bases de una mejora laboral si es que nos decidimos por crear nuestro propio negocio, pero decidir no volver a trabajar en la vida es un disparate. Por supuesto, un merecido descanso sí que es una opción que de otra manera tal vez no sea posible.
Sin embargo, Steve Thomson, que así se llama el ganador de los 120 millones de la famosa lotería europea, supo resistir la tentación y, haciendo alarde de un importante sentido de la responsabilidad, anunció que no dejaría a medias los encargos que le tenían encomendados sus diferentes clientes. Todas las construcciones y reformas que tenía a medias, las terminaría, si bien se ausentó unos días para digerir la noticia y resolver cuestiones relacionadas con el cobro, no se tomaría ese descanso hasta más adelante, no quería defraudar a ninguno de sus clientes.
Thomson hasta el momento ha llevado una vida modesta y parece que su intención es seguir manteniendo ese nivel de vida, sin lujos excesivos y sencillamente sin vivir con el temor de no poder llega a fin de mes. Tanto él como su mujer son personas trabajadoras y aunque la mujer sopesó dejar de trabajar por un tiempo, ya siente la necesidad de volver a ganarse el pan y dejar de estar ociosa. En cuanto a él, reconoce que terminar todos los trabajos pendientes es algo que no le hace falta para vivir, obviamente con la fortuna que acaba de recibir puede vivir algún tiempo, por lo que ha decidido que no cobrará estos trabajos a ninguno de los clientes a los que se los había comenzado. Es un acto verdaderamente solidario, en un momento especial, y en cierto modo de agradecimiento por la confianza depositada en él como constructor.
Como vemos, se puede ser solidario de diferentes maneras. Siempre se ha dicho que para arreglar el mundo, debemos comenzar por los que tenemos más cerca. Thomson decidió compartir de alguna manera su fortuna aliviando la carga económica, siempre relativamente elevada, que supone todo lo que tenga que ver con bienes inmuebles, de las personas de su alrededor y su confianza. Admite, además, que ganar tanto dinero de repente supone un impacto emocional difícil de procesar y aún no tiene del todo claro a qué quiere dedicar el dinero, si bien ha comprado un nuevo vehículo de segunda mano y cambiará de vivienda para que sus hijos tengan cada uno una habitación, un lujo que antes no se podían permitir.
En estas fechas tan señaladas, la solidaridad parece aflorar un poco más, por lo que, y a unos pocos días de la celebración de la Lotería de Navidad, podemos esperar recibir más noticias como estas de personas que deciden que el premio es demasiado cuantioso para ellos solos y que serían más felices si pudiesen compartir esta alegría con las personas de su alrededor. Por muchos más gestos como el de Steve Thomson de aquí a final de año.