INTERNACIONALES

MARAVILLOSA MÚSICA

Crónica de los tres minutos en los que los Beatles crearon “Get Back”

El reciente documental de Peter Jackson permite asomarse como nunca a momentos extraordinarios del trabajo compositivo de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Arte presencial, tocado con instrumentos y eterno.

Crónica de los tres minutos en los que los Beatles crearon “Get Back”

El reciente documental de Peter Jackson permite asomarse como nunca a momentos extraordinarios del trabajo compositivo de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Arte presencial, tocado con instrumentos y eterno.



150 segundos. Eso consumió el nacimiento de un clásico de la música popular internacional. Es 5 de enero de 1969. Los Beatles tienen que tener 12 canciones compuestas para un proyecto que se autoimpusieron: crearlas, tocarlas y grabarlas en vivo. Les quedan diez días para concretarlas. Apenas tienen 4. Y encima, todo el proceso es filmado para que salga como un producto audiovisual. Es una nueva jornada de trabajo. El cuarto día de grabaciones. Paul McCartney llega y se sienta en su silla de los fríos y desangelados estudios-galpón Twickenham. Es el único que parece verdaderamente entusiasmado con el proyecto que él mismo propuso. Comienza a tocar unas notas aparentemente desconectadas en su mítico bajo Höfner.
 

John Lennon aún no llegó (y cuando lo haga portará una de las caras más icónicamente drogadas de la filmografía musical). Enfrente suyo están Ringo Starr y George Harrison, que apenas pueden abrir los ojos. Bostezos, miradas perdidas, como sin encontrar motivación en medio de la rutina. Es demasiado temprano y el invierno inglés es crudo. Pero Paul sigue. Las notas empiezan a entrelazarse. Aparece alguna línea melódica. Tararea. Amaga con empezar a meterle palabras sueltas a lo que toca. Y entonces es George quien reacciona. Antes de sumarse con tibios rasgueos en su guitarra, exclama: “Sí, es buena. Musicalmente y todo, es estupenda”.

«Sintiendo la presión de la cercanía del cierre del tiempo para componer nuevas melodías, lo que emerge se transformará en el próximo single», anuncia uno de los pocos sobreimpresos que coloca Peter Jackson, el director de la serie documental Get Back que, entre otras gemas, muestra el crudo de cómo surge de la nada en un par de minutos el clásico tema homónimo al título del film. Lo que se ve es lo que se podría sentir al observar la creación de una famosa pintura al óleo, o una escultura en mármol. Acá se traduce en notas, acordes que van apareciendo. El nacimiento de algo que nos hace sentir testigos privilegiados de un hecho histórico efectuado en la cotidianidad beatle.

 

Si Paul ya tenía la melodía de Get Back y simuló que le salía en vivo para convencer, atraer o estimular a sus compañeros, es algo que no sabremos. Pero lo asombroso es lo crepuscular de la escena. Y que metaforiza algo cruza a toda la serie: la humanidad de esas cuatro personas que muestran todo: con alegría, con fastidio, con aburrimiento, con reproches, con reconciliaciones. Son la banda más famosa del mundo, pero podríamos ser nosotros, o podría ser tu banda, intentando componer un tema en vivo, haciéndose chistes, viendo cómo concretar una presentación. Y, aún sabiendo que la llama se estaba apagando, eligen mostrarlo sin (casi) mediaciones. Ser disruptivos, aún en el final.

La letra de Get Back también tuvo su particularidad. Originalmente incluía frases irónicas de Paul hacia la política anti–inmigratoria inglesa, como “no pakistanis”. Finalmente la desechó. Cuenta la historia de Sweet Loretta Martin. “Estábamos sentados en el estudio y lo inventamos de la nada… empezamos a escribir palabras ahí y luego cuando lo terminamos, lo grabamos. Era una canción para recordar nuestro comienzo”, declaró Paul años después. John dijo alguna vez que la música era una re–escritura de Lady Madonna, canción de Paul de 1968. Y en su momento creyó que la frase “regresa adonde perteneces” era dirigida a Yoko, omnipresente en el estudio al lado de John. En realidad le surgió la idea de un tema de George llamado Sour Milk Sea, de la época del Álbum Blanco, que nunca salió editada por ellos, solo por Jackie Lomax. George escribió “Vuelve adonde deberías estar”. El concepto lírico de Paul va en línea con la nostalgia, la sensación de final, de volver a los orígenes, y la añoranza de los primeros años que tiñen la mayoría de sus canciones que compuso en esos días de Get Back: Let it be, Two of us, The Long and winding road, son algunos ejemplos.
 

Get Back también se distingue por sus distintas versiones. Phil Spector, a cargo de la mezcla y edición de Let It Be en 1970, quitó el eco que aparece en la versión que salió como sencillo junto a Don’t Let Me Down. Y le agrega conversaciones que la hacen parecer “en vivo”. Tampoco tiene una línea que se escucha en el single: «Get back Loretta / Your mommy’s waiting for you / Wearing her high-heel shoes / And her low-neck sweater / Get back home, Loretta». El sencillo vio la luz entre abril y mayo de 1969, casi un año antes del disco Let It Be. Dos semanas después alcanzó el número 1 en Reino Unido, que mantuvo durante un mes y medio. Llegó al tope de la lista también en Estados Unidos, y en al menos una docena de países más.

De aquella improvisación de Paul, Ringo y George hasta el tema final pasaron varios días, versiones rabiosas (ya con John en guitarra) repitiendo “get back” de manera desaforada, y algunas claves que mejoraron el proyecto: la mudanza a los más cálidos y familiares estudios Apple, y la incorporación del tecladista Billy Preston, presente incluso en la presentación en vivo en la terraza, en cuyo final después de la última línea de la canción y los aplausos, se escucha el “Thanks Mo” de Paul. Un merecido reconocimiento a Moureen, la pareja de Ringo que los acompañó como fan desde la época de The Cavern, cuando no eran las estrellas mundiales del pop. Y, a la vez, un cierre simbólico entre esas dos puntas que tejieron la historia beatle. El inicio y el final. El concepto de renacer que buscaba Paul como un alquimista que sabe que es imposible, pero que igual lo intenta. Porque, en definitiva, Get Back (la película, no la canción) muestra el vértigo, la frustración pero también las ganas de seguir, cuando los objetivos grandilocuentes (tocar en las pirámides o en un anfiteatro romano en Libia) terminan chocando con la realidad y las limitaciones del tiempo y de ponerse de acuerdo entre cuatro personalidades cada vez más distintas. Pero es ahí, en la cotidianidad, donde se ve lo mejor.

“Yo simplemente esperé todo lo malo. Esperé a que comenzaran las discusiones, esperé a que comenzara el conflicto, esperé la sensación de que se odiaban. Esperé por todas las cosas que había leído en los libros y nunca apareció”, declaró Peter Jackson sobre las más de 60 horas de material fílmico –originalmente dirigido por Michael Lindsay-Hogg–, en los que trabajó para hacer la serie de 8 horas. Paul comentó después de verla: “Mientras la miraba, pensaba: ‘Qué período fértil que fue ese’. Fue un período muy fructífero para mí. Fue genial para mí verlo. Es como ver fotos viejas. Ahí estoy yo componiendo, por pura diversión”. 

Get Back también muestra otro punto asombroso: la profesionalidad del grupo, más allá de todo. Y de qué manera eran conscientes de saberse músicos. ¿Y qué hace un músico? Canciones. Hacía menos de tres meses que habían publicado el Álbum Blanco (The Beatles). Un disco doble. Sin embargo, menos de 90 días después, estaban de nuevo en el estudio pensando nuevas canciones. Obligándose a que les salieran. Incluso varias que hoy serían single de cualquier banda, quedaron afuera: All Things Must Pass, Junk, Gimme Some Truth o Jealous Guy, que en ese momento se llamaba “On The Road To Marrakesh/Child Of Nature”. 

O varias de la primera época que nunca grabaron y que se las iban acordando en el momento, con la genuina alegría de quien encuentra algo que creía perdido, o mejor aún, que ni se acordaba que existía. De esas canciones de juventud sólo dejaron para Let It Be la original One after 909. Porque (como lo debatieron en vivo) necesitaban canciones “rápidas” para equilibrar las que tenían en ese momento, consideradas “lentas”. También está George, preguntándoles si para el recital que tenían pensado hacer no convenía reinterpretar algunas canciones de los primeros discos, para que la gente conociera algo de lo que iban a tocar. Y entonces les dice cuál le gustaba a él, y acto seguido les interpreta “Every Little Thing”, del disco Beatles For Sale, con una felicidad de niño, empañada por el desinterés que le devuelve las miradas de Paul y John. La misma mirada al vacío que le otorga Paul cuando George le dice una de las frases más conmovedoras, que sintetizan el espíritu de banda que crearon los Beatles para la posteridad, como algo que todos queremos integrar y que nunca lograremos alcanzar. Lo mira a los ojos y le dice, casi como una advertencia (George renunciará a la banda días después, y volverá, ante el pedido de los dos líderes), algo que bien puede replicarse para cualquier relación humana: “si escribís una canción tengo que sentir que yo la escribí, eso hace que me involucre».  

Si los Beatles hicieron lo que hicieron en menos de una década, y llegaron adonde llegaron, fue porque, más allá de sus genialidades, se sabían trabajadores de ese mundo de acordes, letras y melodías. Entendieron que, más allá de las idas y vueltas, reproches, angustias y aburrimiento, de estar hartos de la fama, de las presiones y de ellos mismos, en el fondo eran músicos que hacían música y que todo el tiempo había que pensar y hacer nuevos proyectos musicales. Aunque el proceso se termine exhibiendo al público de una manera tan cruda como la verdad.


Get Back

Documental de Peter Jackson. Disponible en Disney+.
 


Fuente de la Información: https://www.tiempoar.com.ar/

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