Ya no había camas, camillas ni oxígeno. El coronavirus había dejado la ciudad devastada: no tenían adónde llevar a los pacientes y la gente moría en sus casas. Los cuerpos eran apilados en camiones frigoríficos y los científicos estudian si esa es la razón de haber alcanzado cierta “inmunidad de rebaño” porque ahora, casi no tienen casos nuevos de COVID-19.
Este tipo de inmunidad se da cuando un número suficiente de personas está protegida frente a una determinada infección y actúa como antivirus impidiendo que el agente alcance al resto. Por ahora, no parece ser lo que sucede en la ciudad de Manaos, por eso intriga aún más a los expertos.
El avance del coronavirus
La ciudad amazónica de Manaos se había convertido en un símbolo global del desastre que el coronavirus podía causar en los países en desarrollo. Nunca impuso un encierro u otras medidas estrictas de contención que sí se aplicaron con éxito en Asia y Europa.
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El alcalde de Manaos, Arthur Virgílio Neto, aseguró que “luchó por el aislamiento social”. “El intento fracasó”, reconoció. “No hubo un aislamiento social real. La gente igual salía y no se entendía por qué. En las horas más difíciles, iba al hospital de campaña, me frenaba en un embotellamiento de tráfico y pensaba: ¿Por qué estas personas no están en sus casas? ¿Qué están haciendo fuera?”
Jarbas Barbosa da Silva, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud, afirmó que el pico del brote que sufrió la ciudad fue tan fuerte que pudo haber producido algún tipo de “inmunidad colectiva”. Sin embargo, la ciudad había “pagado un precio muy grande”. Las cifras muestran que sufrieron 3.300 muertes entre los 1,8 millones de habitantes, el equivalente a uno de cada 500 residentes.
Ahora, las hospitalizaciones de pacientes con coronavirus pasaron de un pico de más de 1.300 en mayo a menos de 300 en agosto. La disminución de los casos fue lo suficientemente gradual como para sugerir una “dinámica natural” en lugar del efecto de las iniciativas de salud pública, manifestó Barbosa.
Las hipótesis
Se cree que entre el 60 y el 70 por ciento de la población necesita desarrollar anticuerpos para alcanzar la inmunidad colectiva. Pero Manaos nunca superó el 20.
Los investigadores dicen que la inmunidad colectiva funciona de manera diferente en un brote vivo. La enfermedad no desaparece simplemente cuando se cruza un número preestablecido. En cambio, a medida que el grupo de víctimas potenciales se reduce, la transmisión se desacelera hasta que desaparece.
Los estudios de anticuerpos se consideran la forma más precisa de calcular la cantidad de población que ya fue infectada porque millones de pacientes no fueron testeados durante el pico de la crisis, ya sea por falta de pruebas o porque no tenían síntomas.
La realidad es que no hay indicios de que ningún país del mundo haya desarrollado todavía inmunidad en el rebaño, sobre la base de estudios de anticuerpos.
La opinión de los expertos
“No hay una explicación concreta”, afirma Henrique dos Santos Pereira, científico de la Universidad Federal de Amazonas. Tal vez haya una inmunidad biológica invisible en la población, sugiere.
“En Manaos, tal vez hayamos terminado con esto”, piensa Jeffrey Shaman, un científico de salud ambiental de la Universidad de Columbia a The Washington Post. “Me encantaría que así sea pero la realidad es que es un deseo. Es sesgo de confirmación. No podemos elegir pruebas que esperamos que sean verdad. Tenemos que tener mucho cuidado con esto porque podría explotar en la cara muy rápidamente”.
“Esto no fue una estrategia”, dijo Barbosa. “Fue una tragedia.”