RIO GRANDE.- Lo que comenzó en enero de 2020 como un sueño audaz, hoy es una realidad tangible: Pablo Imhoff, el incansable viajero argentino, culminó su épica travesía al cruzar oficialmente a Alaska. Partiendo desde Ushuaia, Tierra del Fuego, hace cinco años y cinco meses, su aventura a bordo de una pequeña motocicleta de 90 centímetros cúbicos se ha convertido en una leyenda del “viaje lento”.
El proyecto de Imhoff tomó forma cuando dejó Santo Tomé, Santa Fe, para adentrarse en la vasta Patagonia austral. Un giro inesperado en su plan fue quedar varado en Ushuaia durante la pandemia, una circunstancia que, lejos de detenerlo, le permitió vivir un invierno extremo, aprender a esquiar, bucear en el Canal Beagle y explorar rutas cubiertas de nieve y hielo, enriqueciendo su experiencia y templando su espíritu.
Con la flexibilización de las restricciones de cuarentena, Pablo retomó su ruta por la icónica Ruta 40, desde Cabo Vírgenes hasta La Quiaca. A bordo de su modesta Honda C90, enfrentó altitudes extremas, hielo y miles de kilómetros de ripio. Su viaje lo llevó a Bolivia, donde recorrió el impresionante Salar de Uyuni, y luego sorteó el complejo Tapón del Darién para cruzar de Panamá a Honduras. En este último país, se reencontró con su fiel compañera de ruta tras un percance en Nicaragua, donde su moto había sido retenida.
La travesía de Imhoff continuó imparable por El Salvador, Guatemala, Belice y México, un tramo en el que contó con la compañía de su amigo “Oscarcito” durante un mes. Ya en 2024, emprendió la última etapa por Estados Unidos y Canadá. A lo largo de todo el recorrido, Pablo compartió cada avance, las reparaciones mecánicas y los impresionantes paisajes con sus 1.3 millones de seguidores en YouTube e Instagram, quienes siguieron de cerca cada kilómetro de esta hazaña.
Hoy, cruzar el puesto fronterizo de Alaska no es solo un hito geográfico, sino la concreción de una gesta sin precedentes en el mundo de los viajes de larga distancia: recorrer todo un continente en una motocicleta de baja cilindrada. Entre las innumerables anécdotas de la ruta, Imhoff recuerda el desafío del mal de altura en Abra del Acay, los crudos inviernos en Ushuaia, las gélidas noches en Bolivia y el invaluable apoyo de sus seguidores, muchos de ellos en remotos pueblos de Norteamérica.
El plan inmediato de Pablo es explorar las tundras de Alaska e intentar alcanzar Prudhoe Bay, el punto más al norte accesible por carretera. Después de eso, buscará una merecida pausa para “recalcular y definir su camino”. La travesía de Pablo Imhoff es un testimonio inspirador de perseverancia, humildad y la asombrosa capacidad de conectar con personas y paisajes utilizando un medio de transporte sencillo, transformando así un sueño personal en una moderna leyenda de la aventura.